Qué son los EICOSANOIDES?
Probablemente, la gran mayoría de la población no ha oído hablar nunca de los EICOSANOIDES. Son muy pocos los libros de
medicina que hablan sobre estas sustancias, sin embargo, la industria
farmacéutica lleva décadas controlándolos. De hecho, cuando tomamos una
aspirina para aliviar cualquier dolor estamos actuando sobre ellos.
Los eicosanoides regulan todas las funciones de todas las células: las hormonas, las enzimas, los neurotransmisores, las defensas, el estado de ánimo, la memoria, la salud celular, la transmisión del dolor, el envejecimiento o rejuvenecimiento, nuestros sentidos, nuestra inteligencia, nuestra capacidad de hacer, de pensar y de sentir… todo.
Los primeros eicosanoides fueron
descubiertos en 1936, pero fue hasta 1971 cuando se descubrieron los mecanismos
mediante los cuales actuaba la aspirina y cuando las farmacéuticas empezaron a
interesarse por ellos.
Después, en 1982, 11 años más tarde, Sune Berstrom, Bengt Samuelsson y
John Vane obtuvieron el Premio Nóbel de Medicina por sus investigaciones sobre los eicosanoides, concretamente sobre
un grupo llamado prostaglandinas. Este acontecimiento marcó el comienzo de
una nueva era en la investigación de los eicosanoides.
Los eicosanoides se sintetizan (fabrican) en la membrana celular de casi todas las células del organismo menos en los glóbulos rojos. Cada célula produce un tipo diferente de eicosanoide, se les llama hormonas locales ya que igual que las hormonas, realizan su función en concentraciones muy bajas, tienen efecto a nivel local, no actúan vía endócrina, es decir, no llegan al torrente sanguíneo porque actúan pasando información de una célula a otra, y se autodestruyen después de cumplir su función.
Existen cientos de eicosanoides y cada
año se descubren más, sin embargo los grupos de eicosanoides más estudiados son
las prostaglandinas, leucotrienos, tromboxanos, lipoxinas, endocannabinoides, interferón, interleucinas, entre otros. De entre todas las tareas que llevan a cabo los eicosanoides, es
la regulación de la inflamación la más importante de todas.
Es importante saber que la inflamación NO es sólo la hinchazón y enrojecimiento que se produce cuando hay un traumatismo o herida, es algo que va mucho más allá, es uno de los factores más importantes que están detrás de muchísimas enfermedades crónicas, por eso, controlar los eicosanoides es controlar la inflamación, y por tanto, controlar la enfermedad.
Es importante saber que la inflamación NO es sólo la hinchazón y enrojecimiento que se produce cuando hay un traumatismo o herida, es algo que va mucho más allá, es uno de los factores más importantes que están detrás de muchísimas enfermedades crónicas, por eso, controlar los eicosanoides es controlar la inflamación, y por tanto, controlar la enfermedad.
La industria farmacéutica lo lleva
haciendo muchos años aunque de una manera muy ruda con los medicamentos
antiinflamatorios (aspirina, ibuprofreno, naproxeno, inhibidores de la COX-2,
corticosteroides, etc,). Todos estos medicamentos inciden sobre los niveles de
eicosanoides. Por supuesto que alivian
los síntomas de la inflamación, pero los efectos colaterales si se prolonga su
uso, más que favorecer, perjudican.
En la década de los 80, el famoso investigador
del Instituto Tecnológico de Massachusetts (M.I.T.), Barry Sears, se posicionó
como la mayor autoridad en materia de eicosanoides por sus descubrimientos
acerca de cómo controlarlos a través de la alimentación. Esto marcó un parteaguas porque dio paso a una forma más segura y efectiva de tratar la
inflamación mediante el control nutricional de los eicosanoides.
Controlar los niveles de eicosanoides
en el cuerpo es la estrategia más importante para prevenir y tratar multitud de
enfermedades en las que la inflamación tiene un papel decisivo. Para eso, es bueno
saber de qué están hechos los eicosanoides y el papel que juegan en la
inflamación. Por el momento te diré que la materia prima con la que se
construyen todos los eicosanoides son los ácidos grasos
esenciales omega-6 y omega-3 (especialmente omega-6) éstos tienen la capacidad de ser antiinflamatorios
ó pro-inflamatorios, dependiendo de la alimentación que llevemos.
Por eso, toda dieta saludable debería
ser una dieta con efecto antiinflamatorio, o lo que es lo mismo, una dieta que
actúe aumentando los niveles de eicosanoides antiinflamatorios y disminuya los
pro-inflamatorios.
Por lo pronto, un buen comienzo para
tener una ALIMENTACIÓN ANTIINFLAMATORIA es moderando el consumo de yemas de
huevo, carnes rojas y grasas, vísceras, embutidos y aceites vegetales de
semillas.
Con mis mejores deseos para esta semana,
Tu nutrióloga de La Zona en Monterrey
Beatriz Almaguer